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vamoscayendo

Pelando el Kable

-hilos-

Soy la marioneta, más grande. LA voluntariosa, marioneta de la ley. Mi padre el sanedrín, mi madre la escolástica.

Soy la marioneta, MagNífiCA. Burlado he, a la maquina de parir, admiren mis movimientos filudos, cortándoles los ánimos, los susurros.

Soy la marioneta, ambidiestra que los va a juzgar por sus no acciones, del hambre irracional, la costumbre odiosa que se retuerce entre los hilos, infinoides y transparentísimos.

¡Soy la marioneta!, les robo hasta sus sucias calles, y les dejo la saliva amarga.

-Cállate y dispara, mierda-

Ahora que todos somos terroristas perseguidos por el bastardo fanático del Norte y que tienen a todos los tombos del mundo persiguiendo fantasmas con sus porras de acero.

Toneladas y toneladas de explosivo cayendo sobre las casuchas que ya se derrumbaron con la miseria. Ahora que empezaste a creer que nunca hemos sido libres, y que el útero no fue más que la primera prisión que conociéramos.

Ves que todos desconfían de todos, ves que todos duermen atemorizados por los monstruos que el Capital a engendrado en su matriz inumunda. Ves que tus hijos marchan al colegio uniformados como soldaditos de plomo,

Ves como tienes que comprar tu derecho a nacimiento y tu derecho a descansar tus pobres huesos en el cementerio. Ves el despojo bajo el brillante maquillaje ciudadano. Ves que los jueces apuntan con sus decrépitos e inquisidores dedos puntiagudos a diestra y siniestra buscando a los culpables de los pecados que confeccionaron con tanto cuidado, hace ya tantos siglos.

Ves a las hienas bordadas de oro lamiendo el culo inmundo de la SANTA IGLESIA. Ves que los cerdos bien cebados administran el chiquero al que llaman tan pomposamente “ESTADO”, y te das cuenta que ese ESTADO es la prisión de las prisiones a que hemos sido condenados sin derecho a réplica.

Entonces replicamos. Entonces nos paramos por detras de las barricadas y esperamos en la oscuridad a que las balizas sanguinolientas iluminen esta boca de LOBO. Y siempre alguien que te grita desde la penumbra: Cállate y dispara , mierda.

Lengua bífida

Lengua bífida NO todos lo malditos pedernales están afilados. El filo es el filo, uno suele caminar sobre él cada jodido día en estos escombros. Aunque no crea en todo el montón de mierda rosa que suelo escuchar de lindas boquitas tramposas acostumbradas al bluff. Me acuerdo entonces de navokov. La adolescencia, digamos, es la hermosa flor carnívora que te arranca la mitad de la oreja cuando te acercas a observarla con mayor cuidado, como diría el viejo hank. Suele perderse. Está bien así, muchachos. Las pinturitas, los frescos, las acuerelas, la carne, el sabor de esa carne. Es carne, entonces?. No, colega. Las gatitas juegan con los ovillos de lana. Increíble. Hasta que salen de caza y se aparean en los techos de las casas y los gatos se rompen el pescuezo a zarpazos y mordiscos. Entonces demos el paso a un costado. Esa angelita adolescente, colega, va a mutar. Es el proceso biológico. Le crecen alas y colmillos y se alimentará de sangre cada cierto período de tiempo, al igual que tú lo haces. Ahora que aprenda la mañas con antelación, que te lea la mano de naipes en el reflejo de tu pupila y te gane la apuesta es otro cuento. Te agarran volando bajo, viejo, y tragas todos los embustes con pequeños tragos de vino que los hacen parecer que todo bien. Es cosa de tomar el periscopio y mirar unos buenos años hacia atrás. Cuando también mutaste, cuando juagabas con las ratitas entre tus zarpas, cuando el propósito del día era aprehender la nueva jugada, al nueva finta en la cancha. Noches de amor y alegría, Miller. También tragar a miller. Miller, el apóstol de los adolescentes. Sallinger, el verdugo. Entonces no todos los malditos pedernales están afilados. El filo es el filo. Lo terrible es cuando la mentira se vuelve la palabra de cambio. Bueno, colega, las cosas en la balanza. El punto de equilibrio es precario, absolutamente. Y en medio del malabar para mantener las cosas en su lugar, te olvidas preso de un ataque de feromonas de todo lo dicho oleado y sacramentado, y de un plumazo mandas todo a la mierda por un pequeño coño de ojos profundos que mece entre su zarpitas recién estrenadas un grueso ovillo de lana.

Ballenas

Ballenas 32

Y pensando que este recipiente indigno placebo monstruoso de las monstruosidades mismas salió borroso. Corrida la foto, digamos.

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Y además que estamos varados como ballenas en las costas patagónicas, masivamente sin que nadie descifre el por qué. Quizás, como ballenas cansadas de filtrar el escaso krill o de deambular arrancadas de los arpones asesinos, o por que el aburrimiento de esa gigantesca existencia las empuje al callejón sin salida de la evolución y las obligue al suicidio.

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De repente, este es un lóbrego intento desesperado de disculpas, antojadizas y levemente culpables. ¿Disculpa?, ¿Culpabilidad?. Ah!, los malditos remordimientos remordales que vienen a atacarnos cuando la luz se va diluyendo en la densa penumbra de ese cetáceo aburrimiento o cuando los infiernos bajan de categoría y se transforman en puros signos de interrogación.

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Mi perrita, no se me complique tanto con un capítulo que debería estar ya revisado y corregido, con sus respectivas notas al pie de página, autografiadas por dios o por el diablo, dadas las circunstancias particulares.

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En este preciso instante, me cuesta precisar los absolutos precisamientos para no precisarte en este instante tan terriblemente preciso, pero para no precisarte me es preciso precisar tu imprecisable miradita de nostalgia imprecisa.

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¿Para qué abordamos el último barco que deberá, indudablemente, naufragar?, y cuando se nos acaben todos los lápices, cuando todos los teléfonos estén cortados, cuando la luz se apague definitivamente, y el paraíso se llene de pobres diablos, cuando la sed nos corroya lentamente como ácido de baterías.

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Cuando varen todas las ballenas en todas las costas del planeta. Cuando no me veas, cuando yo no te vea. Cuando las reencarnaciones sean una burla y la vida persecula perseculorum un insulto.

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Cuando estemos tan solos que ni la muerte querrá venirnos a buscar, cuando se agoten los principios y los finales se hagan esta sopa de letras, amarga como el ajenjo.

- Qué sacarás de tu sombrerito de sorpresas-

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Pero tendrás una cajita con fotos viejas para capear el aburrimiento de la eterna espera a no sé dónde. Cada uno en su polo, con su propio astrolabio, con su propio norte magnético.

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Cada uno en su andén, esperando el Metro tren que nunca llegará al sur de chile. Las naves espaciales evacuando el planeta, pequeñas manchitas multicolores surcando un cielo anaranjado por el óxido. Y las ballenas cantando a coro la desaparición del hombre en las profundidades del mar antártico.

Geometría analítica.

Geometría analítica. 178

Mi padre era un paralelepípedo riguroso,
mi madre una especie de rombo penitente,
y mis hermanos, todos trapezoidales.
En fin, una familia.

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Me enamoré de un rectángulo
caprichoso que en realidad
deseaba ser un pequeño círculo.

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Un hexaedro anduvo metiendo los ángulos,
y al final, la visectriz nos cortó los lados, y yo quedé calculando un área eriaza, mientras sus ángulos alternos/externos alternaban con otros ángulos.

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Conocí otras figuras, otros círculos,
otros cuadrados, elipses, complicados cilindros y autocomplacientes círculos
que no les importaba más que su radio.

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Un polígono amigo, observando
Que ya estaba perdiendo mi forma,
Y que mis lados desaparecían y qué
Más que trapezoide parecía, peligrosamente,
una ameba, me prestó un ángulo,
me devolvió al cálculo de los días.

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-Figuras geométricas hay en todos lados – me dijo
-Pero no como aquella figura – le contesté
-Eso es lo bueno – me dijo sabiamente.

Y nos fuimos a un bar de la esquina.

Grandes Ruidos

Grandes Ruidos Allá están todos, los que y no conozco; los que no quiero ni siquiera conocer, los pillos, las moscas muertas, los gritones, los llorones.

No les veo. No les quiero ver. Más nada, que decir, aquí en medio, atrapado sin la posibilidad de la fuga, ni del odio.

Sumisos, perritos de falda, silenciosos esclavos, misericordiosos chiquillos que ayer jugaron a la pelota, con una de trapo.

Para que decir, cuando se empiezan a agotar las improvisaciones, cuando los recursos se disminuyen hasta lo indefinible.

Pudiera decir, o pudiese decir, siendo estricto con la gramática, estaba el lugar "pletórico de individuos" que marcharon por la alameda, como si nada sucediera o sucediese.

En definitiva, nada que acotar, excepto que el acostarse es más justo. Apretar la almohada hasta las náuseas, hasta que el jugo gástrico te ahogue en un vómito nocturno.

Y para qué.

Para mirarles las caras, cuando un fantasma sea.

Debe de ser terrible ser un fantasma ser. Debe de ser terrible ser un ladronzuelo que al tiempo que nos acecha roba. Y no puede parar de robar. Porque se acaba, indubitablemente.

El vaso se llena, y después se vacía, inerme, inocuo bastardo que llorar nos hace. Amanecer en la carretera, o en el boliche que te vende la caña a cincuenta, la pitufa. La pequeña bastarda que detiene los tiritones. Cuáles tiritones.

Los que te heredaron de antaño, cuando todo estaba patas para arriba. Igual, exactamente que ahora. Niños míos, pequeños rapaces ávidos de penitencias, no se queden en esta cana. No se queden aquí. Lárguense.

Tomen el camino que quisieron cuando tenían dos años. Cuando se caven en los sesitos, cuando se pregunten en la oscuridad que los atormentó indescifrablemente, las que les dejó sin sosiego, sin un maldito sosiego.

No coman del pan que les regalan, no beban del agua que les brindan cuando sedientos se quedan mirando al cielo yermo de nubes. Cáguense. Conspiren.

Revuélquense contra el cieno verde, escupan a las nubes negras, las moradas de los cuervos. "Había una vez un ángel mórbido, que escribía dos melodías, una la tuya, otra la mía".

Que trataba de atraparme envuelto en las brasas que le consumían. "Una la tuya, otra la mía". Pero el ángel se fue volando. Volando. Volando.

Conoces ya lo que he hecho y dicho. No hay caso siquiera el recordártelo. Es más. No quiero rendirme. Pasado las he peores que esta mierda.

Aquesta mierda aciaga. Incandescente que nos consume, minuto a minuto, reloj a reloj, como los cuervos, y sus moradas.

Déjame pasar, déjame entrar, déjame quedarme en la orilla, ahora que la marea no sube. Cuando suba, en plenilunio, en el equinoccio, o cuando sea, sabré quitármela de encima.

Sabré evadir la espuma, y las luces de los automóviles. Ya, cállate, guárdate la palabra para tí. No escribas, te hace mal. No digas, te hace mal. No te despiertes, te hace mal. Malditos, maldíganlos. Quédenme solo. Decapitado.

Sonriendo cuando la guillotina haga reír a la multitud, que luego llorará cuando miren, de reojo, la cabeza lloriqueante de sangre, rodando al canasto de las cabezas.

A propósito de los propósitos

A propósito de los propósitos Bueh! mis amigos imaginarios del cojonudo cybermundo. Los tolchocos eletroquímicos, las britbas brillantes y las debotchkas todas muy bujujú, envueltas en toda la palabrería joroshó, ya me tienen hasta las pelotas. Así que parafraseando al buen Little Alex de la inolvidable Clockwork Orange, con su capítulo 21, ese que el santo saco de pelotas de Kubrik extirpó de un plumazo o britbazo editorial, les digo, Oh! mis únicos y grandes amigos, que los propósitos comienzan a diluírse entre mis dedos como agüa a un sediento que caminó medio sahara para caer en la cuenta de que no era agua, ni no arena, y otra vez la fata morgana le jugaba chueco, pobrecito el, y que ni alá ni la puta de la bella genio le iba a tender una manito siquiera. Y así, condenado a la sed eterna, dejó que el sol hiciera lo suyo, y tomado de la mano de virgilio fue a echarle una miradita a los infiernos, oh! mis hermanos. ¿Y bien? ¿cual es el fucking leit motiv de esta parafernálica farsa que se cae a pedazos?. ¿cuál es el propósito para que todas estas palabritas disfrazadas de bytes viajen por el cableado y terminen como basura digital, 01010101000101001, binaria y absolutamente sola? Cada náufrago en su balsa rodeado de los tiburones transnacionales que ya suman y suman en sus calculadoras las ganancias potenciales de la basura que nos meten por el culo( sí señor, léase tal cual), y con el gran y único ojo observándonos mientras nos achicharramos las retinas intentando tirar una bengala chingada en el océano de petróleo que es este, el de la información. Y como buen Cook que dejó el encierro, navego por estos mares llenos de fantasmas y piratas, sin astrolabio ni brujula, entregado como el sediento, Oh! mis hermanos (well, well, well, My Little alex), a las manos del mefistófeles de turno, que también a tí te espera, herrabundo cibernauta de las viejas tierras azotadas por las pestes, con los brazos abiertos, mis queridos drugos, así qué, en la arena he dejado mi barca y toda la payasada, pero quemo el navío en la orilla y descalzo, mierda, bautizo este islote virtual, este peñón eriazo golpeado a barlovento por la indiferencia más extrema, como vamoscayendo, mi comandante. Y propósito de los propósitos, cuando todo está de cabeza, y llueven números y raíces cuadradas y la perspectiva se pierde como cuando miras detrás de una vaso lleno de pisco endemoniado, entonces es el mejor tiempo para quemar lo adorado, para hacer de tripas el corazón de niñitos sufrientes que nos regalara la Sancta Simplicitias y el Sínodo santo y la vírgen que tiene la vagina de yeso, y mandar a todos a tomar por culo, por que hoy, mis hermanos, me cago en la leche puta, y vamos a tomar todos mis pedacitos desperdigados para armar la trama nuevamente, sin ascos, sin remordimientos, sin memoria, de nuevo con el envoltorio plástico del pecado original, con el ombligo conectado a la matriz sufriente de la gran madre ovopositora. Chau.

La suma y la Resta

La suma y la Resta La Suma Y la Resta

Llueven llagas y las oscuras nubes encostradas se deshacen lentamente en coágulos igualmente oscuros, igualmente densos. Sabrá el plagiario mayor desde su cielo de premios y medallas por qué la niña llora, y de sus babas putrefactas trenzará la oda a la tristeza infinita coreado por todos los sapos ventrudos y siniestros de la señora Arquer. El domínico nefasto que arrastra su cofia llena de huesos por las callejuelas inundadas de penas náufragas, negrita querida, no era otro que tu cara de camello bobalicón mirando el desierto de ideas que tiene por cabeza. ¿Vendió ya su joroba?.

Nuevamente satán el triste se arrebuja en su deshilachado chamanto para protegerse de la lluvia y tira la baraja, madre mía, por qué me duelen tanto las manos. Estuviste, hijo mío, dándole al tambor de piel humana y jugando a la crucificción con un Jesús cansado de tirar los dados y de murmurar que resucitará al tercer día. Qué sale en la baraja. Que ya no resucitará más. Los pozones de meados de todos los podetas, pequeños dioses que marchitan flores y desparraman el desparpajo a los cuatro vientos, que creen que el papel les dará la nefanda gloria que persiguen como putas persiguen la redención, Magdalena, con cruces de cloro y rosarios llenos de semen.

Mira, mijita, todo está tan de revés y ya no quiero beber más de este jarabe amargo cáliz del olvido, ni darme vueltas en la cama mirando la bárbara sonrisa eléctrica del estúpido infinito que elegiste como camarada. Tomo el fusil y le descargo los veinte tiros en la cabeza y a fojas veinte del santo oficio leguleyo, termino tirando la huincha en el lóbrego calabozo de la conciencia intranquila. Esperarás al minotauro en tu laberinto privado, esperarás que te copule y te engendre un hijo minoico que volverá loco de remate al rey de reyes.

As de pica, Satán el triste ha decidido esperar al sicario para que le haga la pega sucia. Espera en la puerta del ministerio con la mochila atiborrada de c-4. Nadie lo va a creer, Nadie podrá nunca creerlo. Cuando todo vuele por los aires y el cráter humeante en medio del bullicio citadino descubra la miseria, el robo y el espanto.


Cierto, mis queridos podetas, tan rimosos como cocodrilos mutantes, tan delicados como un caldo de cucarachas, tan acogedores como un nido de garrapatas. Peleen por los laureles, escriban la hoja última de la última poesía y díganse malditos. Trafiquen esclavos y gástense parejo, adulen sus discursos empalagosos y mátense por las migajas que caen de la mesa de tío caifás y su transnacional de artículos, decretos-leyes y capitales.

Cuando la moneda canta, el ciego tendrá que llorar, y todos querrán arrancarse los ojos para no ver, y clavarse los oídos con sendos clavos del cuatro, para no escuchar, y se harán un candado chino para no perpetuar la especie inmunda que arrastra sus harapos en las bolsas de valores de Nueva York. El esclavo está sin espalda de tanto latigazo y el hambre tiene hambre de sí misma, y mientras ustedes lloran con el circo de tratados y se entretienen con la guerra televisada desde todos los ángulos, el payaso mayor y secreto les mete el pico hasta desangrarles, y los deja como guiñapos, listo para ser procesados y transformados en las hamburguesas con que envenenan a generaciones completas.

El ictiosaurio ya abandonó la ciénaga y los mosquitos se pelean por chuparle la sangre. Satán el triste lloriquea olvidado de sí mismo por que a todo el mundo le han salido cuernos, y el infierno es una pieza maloliente para echarse un polvo y alimentar a los chinches. Te acuerdas, negra, de los ventisqueros, del calor y de la lluvia. Todo eso habrá desaparecido, cuando el uranio se vuelva la nueva moneda de compra de almas, y las ballenas vuelvan al centro de la tierra cantando la desaparición de la humanidad.

Los tomos de la investigación se pierden en los cielos, y servirán de escalera para las tribus elegidas por el payaso mayor. Cabezas de números, cientos de números y miles de fórmulas apiñadas como sarro en los pies del coloso, el atlas cansado de sostener sobre sus titáneos hombros a la piedra enronchada a la que llamamos graciosamente planeta.

Mi negra hermosa, no podrás migrar esta vez, y te enrostraré tu olvido pernicioso, por que también quieres callar, por que también compraste el boleto del sorteo de la agónica felicidad y caminas en círculos con todo el ganado esperando tu turno para el matadero.

No dudo que esas costillas serán sabrosas, y que esa posta rosada se agotará en las carnicerías, pues somos caníbales, caníbales envilecidos por el crédito tránsfuga que nos abrió las puertas del paraíso plástico, caníbales dispuestos a devorar a nuestros hijos, saturnos endemoniados devorando los vástagos llorones que parimos lentamente.

El avión despegará contigo adentro y huirás al nuevo destierro al país de los incendios. Tan cerca del polo sur, tan abrazado a la masa de hielo que se derrite y que abrirá las puertas del reino de los jureles que esperan su turno al pie de la escalera imperial de la evolución.

El mensaje del presidente y las cifras macroeconómicas de nada importan en este valle de lágrimas donde los espejos son lo único cierto. Los candidatos cuentan ya los votos y se limpian el culo con los reclamos de un pueblo que de tanto reclamar se quedó sin saliva, adormilado por la amapola astuta del oropel, la culebra de cascabel con selector de canales, conexión al ciberespacio y pornografía espiritual en todas sus posibles categorías.

La suma teológica a dado paso al oscurantismo del mercado, dios a renunciado hace como mil años, y caín dirige una guerra a distancia a quijadazos nucleares. Satán el triste mendiga en las calles con su mochila repleta de explosivo plástico, y quién sabe, quizás nos sorprenda. La capacidad de sorprendernos a dado paso a la capacidad de amargarnos la existencia y de reír estupidizados al ritmo frenético de la droga oral mediática.

¿Qué harán con todo el acero acumulado, con toda la maquinaria producida cuando la última gota de petróleo sea consumida?. Dejarán que todo sea un enorme cementerio y esperarán cuatro mil años para que el tiempo haga lo suyo y esas máquinas vuelvan a traquetear por los caminos pavimentados de una civilización con alzheimer, que se caga en la cama y ya no sabe quién es. Mi negra, temo al Alzheimer, no quiero olvidarme, no quiero olvidarte, ni tu cara compungida por la pena infinita, ni a la lluvia que te acaricia la cara por que ya yo no puedo hacerlo.

Embriagados por el espanto, por la duda, por los terroríficos grifos policiales, la estampida de miserables ha vuelto voluntariamente a las cavernas, a los calabozos a tirar la huincha eterna y a jugar la partida de brisca con la pelada, que también renunció a su pega al no poder competir en el mercado que ella misma creara desde el principio de los principios con sus afiladas manos. La jubilación es exigua, pero que más se puede pedir.

Madre mía, regrésame al útero de los úteros, gran madre ovopositora, haznos nuevamente esporas, devuélvenos a las nubes interestelares que surcan los universos, con la boleta de la compra, con el embalaje original del pecado, con el plástico y la garantía, como si recién saliéramos de fábrica.

El escándalo ha sido demasiado poderoso. El robo no ha tenido mesura. Los usurpadores se usurpan entre ellos, los timadores promulgan leyes de un congreso edificado por las manos asesinas de todos los dictadores de la república. Han clonado a Portales para que pregone la democracia de los ilusos, para que el mentor de todos los malditos homicidas republicanos exprima la última gota del limón de pica, le saque el último jugo a los engranajes de las industrias y la sobreacumulación obligue a matar de miseria a cincuenta millones de personas por día.

Abolieron la esclavitud y el encomendero se puso corbata. Abolieron el miedo y todos los estúpidos compramos la farsa como antigripales en la farmacia. Nos abrieron las puertas del calabozo y nos liberaron a punta de cañonazos. Sólo que la libertad era la puta que los reparió, era un pasaporte directo a las usinas, era la libertad de ser nuevamente esclavizados con la sonrisa afable y un buenos días todas las mañanas.

Para que quejarnos tanto, amigos míos, si todos estamos bien. La última cuenta del rosario de chuchadas que les debemos, la última factura abultada con todas las cuentas que nos deben, el último tiro que tendremos que pegar en el paredón para matar a todos esos hijos de la gran reputa nos va costar sudor de sangre y lágrimas de ácido sulfúrico, e hijos de nuestros hijos, por que gratis jamás será, y se llenarán de tricheras las anchas avenidas, y se llenarán de barricadas las esquinas del mundo Post Industrial y tendrá que arder esta troya de mierda que orbita incansablemente el sol en tercer lugar.

Mañana veremos, hijos míos, padres míos. Mañana por la mañana, Y si llueve, negra, trae un paraguas, y si hay mucho sol, véngase por la sombrita.