De la fotito del bolsillo.

Un pequeño ojo vigilante. Un faro ínfimo que alumbra ese salado Mar negro. Su ombligo es un pozo sin fondo que me traga.
En él, la lluvia de sus lágrimas cae como una cascada
entre sus pechos.
Su boca esta cerrada con siete llaves y su nariz apunta el camino del naufragio. Acuna a ciudades entre sus brazos y las amamanta con el ácido licor de sus entrañas.
Se esconde el sol tras su cabeza, y en la obscuridad
Sonríe levemente para iluminar el curso de las
Aves migratorias, los patos que llegan desde el sur.
Bate su pecho cuando duerme y en sus sueños duermen todas las civilizaciones. Parirá en su último espasmo y la criatura asesinará a la madre.
Eso lo ves, centinela tonto, cabeceando antes de que
El frío te congele. (desde el cable West-Coast, también se divisa el infierno)
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