Pesadilla recurrente

Salió de la pieza,
como si yo fuese el
demonio.
No me miraba de frente,
lloraba lágrimas con
grado alcohólico.
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Y de la puerta del closet
salió una mano
que ya conocíamos,
y te apretó el culo.
Estaba sangrando.
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Se ha ido,
tienes mi cabeza, salomé,
en la charola de plata.
Baila, ahora,
ya no importa.
Todo lo he dejado.
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