Blogia
vamoscayendo

Mal día de copas

Mal día de copas Y al pobre diablo, bueno, simplemente no quería irse. Lo veía detrás del vaso de cerveza como para disimular mi curiosidad morbosa. No hay nada más estúpido que intentar esconderse detrás de un vaso. Fisicamente imposible. Imbécilmente probable. Sin embargo ahí estaba, mirándolo y pensando lo bueno que era mi escondite. Una alimaña. Por otro lado, no había mucho que mirar. Ya lo había mirado todo. Los cuadros del ignoto ególatra de siempre, humo ascendiendo en azules espirales y revoloteando como pajaritos en la vacuidad de la salita, los pececitos en el encierro acuario describiendo círculos desesperados, el urinario anidando una moneda de a diez pesos, el traqueteo de la mesera abúlica y en el enrredo máximo de la aburridez última caí en la cuenta de que ya no me quedaba ningún puto cigarro, y que el último yace agónico en el mausoleónico cenicero acumulador de horrorosos y retorcidos cadáveres de marlboro. La melodía endemoniada de un telefoncillo portátil rompe el silencio de sepulcro violado por las moscas de bar y un insulso "hola" corta la vidriosa quietud desesperante en donde yo, el gran observador se devana los sesos en buscar la fórmula adecuada de nitrocelulosa, se enciende un dedo y echa una bocanada perfectamente circular de sangre roja y espesa y tibia pero más liviana que el aire.

0 comentarios